Jan es como un pino pelirrojo que dibuja en su tronco finas líneas de críptica escritura aún sin traducción, pero bellas, como sus movimientos cuando su amigo el viento le hace bailar. Cuando dibuja es memoria indescifrable, pues es la que involuntariamente queda tras nosotros mientras va pasando el tiempo. Pero de vez en cuando hay destellos para entender nuestro pasado y ahí están esas líneas en el tocón de nuestra historia. Y al dibujarlas, Jan despierta su infancia. Y nos habla de la fragilidad y del silencio. Nos habla de la madre perdida que refleja las nubes en su cuerpo. Nos habla de esa cometa y del lugar del padre. De todas las cosas que todos llevamos inconscientemente en el corazón.

 

Guillermo Martín Bermejo